25 mayo 2010

KINGDOM OF TONGA

12/05/10 (4.48 a.m)
Abandono Auckland definitivamente para volver la semana que viene y coger otro avión que me lleve a comenzar la ruta por la Isla Sur. Montado en el autobús y camino del aeropuerto con la sensación de que me llevo muchas más cosas de las que me traje, aunque los bultos sean menos y el peso también lo sea.
Atrás se quedan 5 meses que al echar la vista atrás y recordar todo lo que fue parecen más bien un par de años intensos y llenos de experiencias. Tiempo para soltar todo el aire que llevaba en mis pulmones con vivencias y experiencias de aquí y volverlos a llenar con nuevo aire que me nutra de nuevas cosas. He conocido la tristeza y la felicidad en sus grados más extremos siempre templados por el sueño que me ha ayudado en el mejor de los casos.
Es el momento exacto y preciso para afrontar todo lo que viene. Mis ojos están abiertos de par en par.
A las 7.15 he salido del aeropuerto de Auckland destino a Tonga, una de las muchas islas paradisíacas que tiene el pacífico. Después de muchos días intensos en los que quería decir “hasta luego” a mucha gente el último no iba a ser menos, por lo tanto sin dormir cogí el avión, eso sí, con una almohada prestada del hostal, porque estos aviones interislas tan apretados en los que incluso no puedes ni doblar las piernas, el único descanso puede ser una cómoda cabezada. Ya sentado aparece una pareja de Tongueños “bien criados” y se me sientan al lado con los respectivos nenes, jugando, peleando, llorando y qué sé yo más. Ni sueño ni nada, imposible dormir. Así me tuvo que ver la cara la azafata, que me preguntó si quería otro asiento, y por supuesto le dije que sí. Así que ésta me llevó a los 3 asientos de que correspondían a la salida de emergencia que como todos sabemos son un poco más amplios que los otros. Brazos arriba y a dormir, comienza a aparecer Goana, comienza a aparecer, alguien la había robado pero viene de camino…
Llego al aeropuerto y cambio los pocos NZ$ que tengo por T$ (Tonga dólares), al cambio, el T$ está incluso más barato que el NZ$, que viene a ser como la mitad de un € y el NZ$ un poco más caro a 0,6 depende del día. Salgo afuera del aeropuerto y empiezo a buscar como ir al backpackers que NO había reservado, simplemente me había percatado de que hubiera plazas libres, que las había, quería ver que me encontraba allí, podía ser que a través de coach surfing, un website en la que la gente presta sofás de sus casas para dormir, a cambio de tu prestar el tuyo el día que lo tengas. Y lo que me encontré fue a una pareja de italianos Andrea y Giovana a los que les pregunté dónde se iban a hospedar, me hablaron de Toni´s Guest House y me dijeron que estaba a 20T$ la noche, así que me pareció buen precio y me monté en la misma furgoneta que ellos, 10T$ me costaría el transporte hacia el hostel.


Después de dejar los bártulos, el mismo conductor, Peter, lugareño de Tonga, muy buen tío, de solo 32 años, pero que el sol y el trabajo duro había marcado su cara hasta el punto de aparentar mucha más edad de la venía en su de DNI, del que luego nos haríamos buenos amigos, nos llevó al pueblo. Había olvidado comentar el clima del día al llegar. Tanto tiempo esperando estar en una isla paradisíaca y no paraba de llover, así que lo único que pude hacer fue comprar comida para pasar los primeros dos días y ya vería que iba sucediendo.


Tonga es una de la islas menos turísticas, por no decir la que menos, así que lo único que podías encontrar que no fuese del lugar era un café minúsculo regentado así por gente de Tonga y que se llamaba Friendly Tourist, por lo demás no había nada más para el turismo, todo eran mercados y tiendas destinadas a la gente de allí, a vender sus propios productos que ellos mismos cosechaban humildemente, eso sería perfecto. Lo que no tenía ganas era de encontrarme el típico puesto de artículos para turistas y un lugar en el que me sintiera moneda de cambio, quería ser uno más de ellos y aprender de lo que iba a ver allí. Peter nos recogió a la hora acordada. Ya en casa y en una habitación de 5 camas pero que la tenía sola para mí, consecuencia de la temporada baja. Comienzo a escribir y me pongo con las fotos.

Todo esto pasó hace cosa de una semana y dudaba en si cargar con ordenador y objetivos durante los 3 meses y encima a los sitios a los que iba, a día de hoy, ya digo que los envié una vez llegado a Auckland, demasiado peso y demasiada atención, cuando la atención debe de estar puesta en otras cosas hoy por hoy.


13/05/10
2º día en la Isla de Tonga y ya nos vamos entendiendo. Ayer era un poco difícil orientarse entre tanta lluvia, nubes y sin sol. Hoy me desperté con el sol, y descansado ya que el día anterior me fui a la cama muy temprano, demasiado movimiento estos días. Me puse las zapatillas y fui corriendo hacia el pueblo. Mi intención era alquilar una bicicleta y visitar casi todos los sitios de la isla que según el mapa y las distancias consideraba que se podían hacer, aunque aquí al preguntar a los lugareños, todos te decían que se trataban de distancias muy largas y que…”es mejor que yo te lleve..”, a lo que yo respondía…”ya..”. Encontré un sitio por 10T$

Una de las cosas que me llamó mucho la atención de Nuku Alofa (nombre del pueblo referencia), y que dentro de la pobreza en la que viven muchos, era lo que bien que tienen cuidados los aledaños de casas, trabajos, colegios, en fin, todas las zonas en las que el ser humano tenía cabida, ni una mala hierba y el césped cortado (en algunos sitios con la mano) al milímetro, ni una mala hierba!



Un señor mayor teniente parecido a Bebo Valdés, regentaba la tienda de bicicletas de 1 velocidad, (1 platox1piñón=1velocidad). Allí yo dándole voces para que me escuchara y a la vez escuchando mi inglés en voz alta que sigue sin dejarme indiferente ni a mí mismo. Ya con mi bicicleta en mano me pasé por el mercado principal que Andrea me dijo que vio el día anterior y pude descubrir cuál es el manjar de las islas: el tomate y sobretodo los plátanos, todos ellos naturales y sin sustancias raras, que ellos mismos cultivan y recogen. Cuando los pruebas se produce una explosión de sabor en tu boca que tus glándulas salivares incluso se pelean entre ellas por envolver a través de la saliva la mayor cantidad de alimento posible. Compré también cacahuetes naturales y agua, mucha agua que los 28ºC del sitio consumen a toda pastilla. Volvía a la casa de nuevo (25 minutos en bicicleta), a desayunar bien, porque ya no comería durante todo el día, aunque llevaba provisiones en el macuto. Allí los italianos me estuvieron contando lo que habían averiguado de Tonga y yo también hice lo mismo. Me fui hacia el pueblo entonces..

Desde el camino de casa hasta el centro de Nuku Alofa, hay dos escuelas, una de primaria y un instituto, en el primero los niños de lo único que se preocupan es de jugar; y el instituto se compone de una enseñanza más seria a la antigua usanza en el que pude observar desde afuera como recibían reglazos en las manos algunos de los alumnos. Se ponían todos en fila india, e iban pasando de uno a uno para que la profesora, ella sabría cuantos, le diera a cada uno los que les correspondía.




También ellos se encargaban de las tareas de limpieza de jardines y patios. Ambos me inspiraban mucha curiosidad, pero viendo el tema de los reglazos, decidí meterme en el colegio de primaria.








Allí quise hacer un par de fotos a un grupo de niños desprevenidos y fue cuando otros me vieron a mí antes, enseguida tenía a al menos 20 niños alrededor mío demandando una foto, decidí quedarme allí con ellos y hacerle un par de fotos a las aulas también. Proseguí mi camino.






































































Me di un baño en uno de los muelles que tiene el pueblo, no de aguas cristalinas como las islas que tenía delante mía; Pangaimotu, Mánima y Oneata, pero solo tenía que cerrar los ojos e imaginar.






Fui a ver al mercado a ver una partida de damas de lugareños que se jugaba a ritmo de bolsa neoyorquina. Los hombres se dedicaban a jugar a las damas y las damas mientras en el mercado “jugaban” a ser hombres.

























Me dispuse a volver a casa, 20 minutos en bicicleta y a disfrutar del camino y de la soledad de la temporada baja del lugar, mi cama más tarde me esperaría con vistas desde el balcón más que relajadas para descansar, que al fin y al cabo…era a lo que venía aquí.

















































14/05/10
A la tercera va la vencida y al mirar por la ventana, el sol asomaba a las 9h, ya brillaba con la fuerza suficiente como para cargar mis pilas en un minuto. Desayuné bien porque el camino que me esperaba era duro y aparte por la hora a la que lo iba a hacer, el sol estaría gritando fuerte en lo más alto. Aún así meto en la mochila el chubasquero (aquí nunca se sabe), cámara, libro y cuaderno y me dirijo al pueblo a comprar más suplementos para el día. Buscando el mercado me encuentro con un puesto de pollos asados un tanto peculiar.

Un futbolín con unos muñecos diferentes, eran pollos que llevaban jugando al menos 20 prórrogas seguidas porque no veas como sudaban, cada uno atravesado por una barra de acero dentada que un motor a ritmo muuuuuuy lento iba moviendo poco a poco, pura tecnología Tongueña. Me llevé uno de ellos (pollo), agua y una gorra, que al final del día me salvaría la vida.
Cogí camino desde Nuku hacia el punto más al W de la isla: Ha’atafu. Ahí iba el tío con bici, su gorra, y con el sol de las 12 de la mañana pegándome pellizcos a cada pedalada que daba, todo ello amenizado por las vistas, cambio de vegetación con respecto al pueblo y alrededores; y pequeños detalles que se escapan a la vista cuando viajas en el coche, aunque este sea más rápido y menos agotador. Las casa de la gente a medida que te alejabas de Nuku, se hacían más particulares y más exclusivas, cada uno de ellos se encargaban de darle un toque especial y diferente con diferente plantas y colocación de las mismas, y siempre, no olvidemos el césped cuidado al milímetro. A casi mitad de camino, en Nukunuku, paré a descansar y bebí una botella de litro y ½ del tirón.

Un poco más a delante en Kolovai, paré a fotografiar una colonia de arañas que colgaban en los postes de la luz donde tenían un entramado de tela de la que seguramente no podría escapar cualquier insecto que osase cruzarlo.









Terminando el camino también se fue terminando a trozos el asfalto dejando lugar a un camino de hierbas y boquetes, el cual me hizo dudar que al final del mismo hubiera nada interesante, pues ni la bicicleta casi podía pasar.





La verdad es que andaba bastante equivocado, y si la gente al preguntarles por el mejor sitio de la isla me habían enviado ahí, la verdad es que era por algo.




Incluso Abel Tasmán había estado allí, para deleitarse con ese fin del mundo que conocemos por tierra para dejar lugar a una barrera coralífera de aguas compuestas por todos los tonos posibles existentes de azules. Abel Tasmán es un explorador que también da nombre a una de las zonas de la Isla Norte y que tenía en ese punto una piedra conmemorativa al visitar el Reino de Tonga.




Con esas magníficas vistas y el hambre generado de 20 Km y el sol de justicia que hacía, me comí el pollo que portaba con las hojas de palma que habían colocado en la base del recipiente, aderezado con un poco de música, la precisa y exacta para ese momento, mejor imposible. Todo lo que veía en ese momento suponía el regalo que me merecía por la “bicicletada” de la mañana, aunque lo conseguido, sin lugar a dudas, superaba cualquier esfuerzo que hubiera podido realizar.













Terminado el pollo y bajado de la nube, vi que había otro camino, también un poco difícil, vamos allá!. El mismo camino que el anterior me iba a dejar en una pequeña cala con una vista aún más interesante del lugar si cabía la posibilidad.





























































Visto todo casi todo lo visible en el West point, ya sí me dirigí hacía la playa de la que todos me habían hablado; Ha’atafu beach, la supuesta mejor playa de la isla de Tonga. No comento nada, porque creo que el sitio habla por sí solo.Allí estuve, obvio, bañándome, leyendo, haciendo fotos, comiendo (siempre comiendo) y a las 15h inicié el camino a casa, no sin antes visitar el otro acceso y único que había en la zona W que me llevaría a la otra playa de la zona W: Masi’ata beach, donde había una familia dándose un baño relajado en la orilla, y a la vez se podían ver las olas rompiendo en los arrecifes y a lo lejos (lo que deja ver el zoom de la cámara). (48,49)Los BLOW HOLES ó agujeros sopladores que son arrecifes que se han perforado por el impacto de las millones de olas que han estado golpeando en ellas durante el paso del tiempo. Han hecho pequeños conductos que han buscado alguna salida al exterior y lo hacen en forma de como si un géiser se tratara.






























































































































































































El camino de vuelta que me dejaría en la carretera principal, me regalaría un par de fotos de unos niños jugando en el jardín de su casa. Con tiempo aún para volver, porque me esperaban a las 19.30 Andrea y Giovana, me paré a comer un poco más y beber de nuevo. A la noche asistiríamos a un espectáculo y cena, que nunca pagamos, aún no sé por qué, en la que pudimos ver la danza típica de estos lugares, el HAKA, danza que también baila la selección nacional de rugby de Nueva Zelanda (all blacks) a su rival antes de empezar cada partido.


15/05/10
La mañana apareció y yo con ella un poco más tarde de lo normal, por la falta de luz y la paliza del día anterior, la verdad que al ver así el día, uno se lo toma con más tranquilidad. Me he sentado después de desayunar a escribir el día de ayer. He terminado las fotos del 3er día, que son un tanto más especiales que las del 1º y 2º, simplemente diferentes











































He almorzado como un Señor. Andrea ha traído de la Lonja un par de langostas por solo 30$ que ya comenté que en € llegaba a ser la mitad, así que cada una salía a 7,5€, horriblemente increíble, incluso más baratas que en Birmania. (56)Después de la buena comida nos quedamos hablando en la mesa de fuera charlando durante un buen rato, cosa que con ellos era muy fácil. Aunque el idioma no era el mismo, hablamos en inglés; pero el humor, el carácter, y las inquietudes son parecidas a las mías, así todo se hace más fácil, algo que he echado de menos bastantes veces en Auckland.



















La noche terminó bebiendo unos cuantos Kavas, bebida típica de aquí que requiere un preparado y un servido especial.












16/05/10
Hoy la mañana vuelve a ofrecer su cara más oscura y una mezcla entre envidia y ofensa por la trayectoria que llevo en la isla, se guarda el sol para sí un día más, pero lo que también guarda para sí es la lluvia, así que al menos hoy se puede salir a la calle. Tras alquilar Giovana y Andrea una bicicleta, los 3 decidimos ir a visitar más de cerca los Blow Holes, y esto ya es mucho porque pensé que no iría y la verdad es que merece la pena porque es todo un espectáculo.







































Esto merece la pena, y también siempre merece la pena transitar por las calles de esta isla. No me canso de ver una y otra vez cada casa lugareña y observar a los mismos llevar su día a día en ellas, a los niños jugar y a cada 3 ó 4 perros que regenta cada casa saliendo a ladrarte y a morderte los tobillos cuando pasas por delante de sus casas.






































La otra noche nos comentó Mone, File-mone, el chico que se encarga de que no falte de nada por la noche, que ellos comen perros porque la carne sabe a ternera, (que no se alarme nadie, porque estoy seguro que un porcentaje muy alto de los que lean este blog, habrán visitado al menos una vez un restaurante chino en su vida y a lo mejor ese día tuvieron la suerte de probar el delicado manjar).





























































































































Lo que si fue un espectáculo fue ver a Andrea queriendo desafiar las leyes de la naturaleza, haciendo cara al mismísimo mar y verlo como fue tragado por una ola que no sé los metros porque no tenía regla en ese momento pero que se puede calcular perfectamente en la secuencia de fotos. En las fotos no se observa el final del desenlace pero puedo asegurar que salió por su propio pie del agua. Ya volvimos a casa, y a pocos metros de salir un pinchazo de Giovana, nos obligó a pararnos. Una señora nos ofreció la rueda de la bicicleta de su marido y el mismo nos dijo que se encargaría de llevarla a la mañana siguiente al lugar de alquiler ya que conocía al hombre. De nuevo en camino a casa, A y G se fueron a devolver las bicis ya que al día siguiente volaban a Italia. Cenamos y yo me fui a terminar las fotos que había prometido a Andrea para la mañana siguiente antes de que marcharan.























































































































17/05/10 Día de partenza para la pareja italiana. El día comienza bueno, Andrea aporreando la puerta de mi cuarto porque yo no me enteraba de nada. Ya marchaban y quería que les pasara las fotos de la tarde anterior de la ruta en bicicleta y que esa misma noche le prometí que tendría a la mañana siguiente. Sin ni siquiera salir del cuarto me dio al cachorro que tenemos allí en la casa que una pareja de daneses había traído al encontrárselo por ahí perdido, porque el otro perro que hay más grande que de vez en cuando se cuela en la casa y es cuando se lo quiere hincar. A este también digo yo que le tiene que gustar la ternera.. Después de despedir a Andrea y Giovana me senté a seguir con más fotos que tenía pendientes. El día seguía nublado y con llovizna. Cuando a los pocos minutos entró Thierry. Thierry es un fotógrafo de 50 años con el mismo alma de Miguel Ríos, que se recorrió medio mundo haciendo fotos, y que había terminado viviendo en Wanaka como instructor de deportes de riesgo como: Rafting, Canyoning….aunque todo eso ya lo ha dejado a día de hoy. Ahora ya solo se dedica a hacer panorámicas de la Isla Sur. Con ellas es con lo que vive ahora mismo, no se puede permitir muchos lujos, a la vez también dice que no los necesita, lo “único” de valor que tiene es su súper Canon 5D y una Leica que solamente el objetivo cuesta 2500€, el cuerpo de la Leica...Es otra historia también. Todo esto es su pequeño tesoro. Estuvimos hablando un rato largo de fotos, de cómo había sido su vida, me preguntó que había hecho y a dónde iba y me enseño las fotos que había estado tomando en la isla de Samoa, sencillamente impresionantes. El se marchó antes y yo me fui también al muelle a hacer algunas fotos. Ya de camino, el abuelo regente de la tienda de bicicletas se paró a mi lado con el coche. Lleno de cólera me dijo que la metiera dentro del coche. Le pregunté que qué pasaba y me dijo que llevaba esperando la bicicleta hacía dos días. Le dije que todo eso era una confusión que iba a estar una semana en la isla y que si todo iba bien durante el primer día me la quedaría porque no tenía como desplazarme, que le pagaría cada día al final. A ese hombre ninguna explicación mía le valía ni quería escuchar. Me preguntó que donde iba, le dije que al pueblo, así que me llevó y me dejó en cualquier sitio del mismo (tampoco es muy grande), y tampoco me dejó que le pagara ni uno de los días que había tenido la bicicleta, aunque yo me empeñara. Seguidamente me fui a comprar agua y me fui al muelle que era a donde quería ir. Allí había un pescador con su red andando por las aguas sucias que dejaba la marea cuando bajaba pero que también esta dejaba al descubierto aquellos pequeños peces despistados que no habían acompañado a la marea a sus adentros. Apareció entonces un chico con una maleta grande y se puso cerca de mí. Me preguntaba qué llevaría en la maleta. Lo primero sacó un trípode mortal kombat y luego, pensé que lo siguiente sería una cámara de fotos, pero no, una cámara imponente de video. El comenzó a hacer su trabajo y yo el mío. Cuando ya el pescador se hubo alejado tanto que mi lente fija no le alcanzaba, recogí todo y me fui a verlo filmar. Fue entonces cuando empezamos a hablar. El era de Suiza y había venido una semana a Tonga para un proyecto de una compañía que quería filmar y plasmar las diferencias generales que existían entre Tonga y Suiza, a priorí, bastante evidentes. Tras un tiempo hablando le pregunté si para todo ese proyecto estaba interesado en fotos, así que me pidió el correo. Ya se las mandaría más adelante. Como no tenía bicicleta para volver a casa, en el mismo pueblo, cualquier Tongueño se muestra gustoso a acercarte a casa. Además era fácil porque todo el mundo sabía dónde estaba la casa de Toni. Así que le toco el turno de aparecer en escena a Maikolo, uno de los pocos tongueños con dinero que no sabía cómo matar el tiempo. Me contó que su familia tiene un negocio de hostelería en el que él se encarga de hacer NADA, solo poner la mano a final de cada día, según él me contó. Serían las 18h cuando Maikolo me dejó en la misma puerta de casa y me fui a la casa verde (la mía era la Blue House). El grupo de casas que tenía Toni estaban formadas por la casa verde, la azul y la amarilla. En la verde es donde estaba la recepción que no era más que una casa muy humilde y particular en la que podías usar internet a través de dos pequeños laptops, los mismos que usaban la familia, y en el que internet iba a ritmo de procesión de Semana Santa. Al salir de la casa, Peter, me dijo que me quedara con ellos, es decir, con los habitantes de aquella casa que ni siquiera conocía. En la mesa de afuera estaban sentados una pareja de chavales franceses con los que empecé a hablar y con los que ya cerraría la noche. También se agregó a ella una chica italiana, Valeria y unos minutos más tarde otro chico italiano. Al final quedamos para ir al día siguiente a la isla de Pangaimotu, de la cual hablé al principio de ella. Me fui a dormir porque a las 9.30 a.m partiría la furgo hacia el pueblo para coger la barca para la isla, no sin antes tomarme unos Kavas con ellos
18/05/10
A las 9.30 ya estaba en la casa verde. El día pintaba genial, soleado y con nubes que ayudarían a adornar cada una de las fotos que hiciera ese día. (79,80,81)Tomamos al final la barca de las 11h que nos llevaría en solo 20 minutos a una isla de a lo mejor 1-2 Km a la redonda. Nada más llegar alquilamos un juego de gafas y tubo para hacer snorkelling ó, bucear entre corales, que es lo mismo. Terminamos la vuelta a la isla y nos quedamos un poco antes de donde nos dejó la barca y decidimos darle uso a las gafas, y bueno, fue de las primeras veces; cuando yo ya he buceado anteriormente, que he sentido que al entrar en el agua entraba en otro mundo, también lamenté no llevar una pequeña cámara acuática para ese momento. Cientos de corales preciosos con vida de cientos de colores y formas diferentes. Peces que ni había visto antes en los acuarios con unos colores que no existen ni en el círculo cromático, en particular, recuerdo uno azul fluorescente diminuto que no podías parar de mirarlos, eran hipnotizantes. Aunque los mejores eran los peces payasos, que casi los podías tocar cuando simulabas que intentabas darles de comer, ellos mismo se acercaban a tus dedos. Seguí con mi día de fotos y ya la barca vino a por nosotros y a las 16.30 ya volvíamos para la casa. A las 18h estaría de nuevo en casa, me duché, cené y quise hacer un par de fotos para que se las llevaran Martin y Alice (los franceses). Me despedí de la gente de la casa verde y ya me fui a mi casa a recogerlo todo. Terminé charlando con las dos chicas alemanas que habían llegado a la habitación, se unió Thierry que acababa de llegar, aunque no tardaron en cerrar el chiringuito y empezar a dormir, a mi aún me quedaba cuerda y seguí con mis cosas un rato más..
19/05/10 Era día de retorno a Auckland. 2 horas de vuelo de regreso, y muchas cosas que hacer me esperaban al regresar. Me despedí con un abrazo de Thierry y me hizo prometerle que le llamaría cuando estuviera en Wanaka. Puse rumbo a Auckland, que dejaría al día siguiente por la mañana definitivamente para no volver, al menos en un tiempo muy largo, y así entregar mi pasaporte en la embajada India y obtener mi visado, pero eso es otra historia…también.